viernes, 21 de abril de 2017

LA PALABRA COMO UTENSILIO PARA EL ABOGADO

La palabra es materia prima para el escritor, pero eso no quiere decir que a mayor dominio y a más riqueza del vocabulario mejor será el escritor.
Una persona puede aprenderse todo un diccionario manual para volverse un artista de la pluma, pero a la hora de transmitir y persuadir es cuando descubrimos nuestro pobre Léxico.
De ahí la grandeza del escritor puesto a que en ellos no reside comúnmente "el eterno problema del matiz" Que quiere decir esa frase "el eterno problema del matiz”.
El pintor utiliza en su paleta los miles de colores que la naturaleza ofrece, pero solo el buen pintor sabe que solo basta con unos pocos colores bien manejados y con una sabia combinación de los colores primarios, secundarios intermedios y complementarios.
De esta comparación entre pintores podemos aclarar que:
El mejor pintor no es el que tiene la paleta llena de colores sino el que combina, mezcla y contrasta a base de unos cuantos tonos fundamentales.
El pigmento nunca será el cuadro y el ladrillo la casa, tampoco el vocablo es el libro, las palabras nunca se toman al azar como peras en el mercado de frutas.

Existe un libro llamado los cuatro acuerdos que está compuesto por cuatro reglas, pero en él solo interesa la primera regla que dice 
"Se impecable con tus palabras"

De esta frase se pueden concluir una infinidad de pensamientos pero aterrizando la idea; la palabra tiene un poder mágico, la palabra puede hacer que trascienda un libro, un autor, na palabra bien utilizada puede cambiar mentalidades, motivar personas, ganar demandas en el caso de nosotros los abogados, conseguir aumentos etc.
Poetas, escritores y dramaturgos afirman que la palabra solo es algo más simple que un vehículo del pensamiento y resulta ser más objeto que medio, el protagonista del contexto y creadora de vivencias. 
Hasta este punto solamente se ha hablado  de escritores y la palabra, lo siguiente será relacionar a la palabra con el abogado.
La descripción más popular común y corriente del abogado es:
ü  Persona con verbo.
ü  Persona con labia.
Lo que el populismo (la mayoría  de las personas) no mira es que para lograr tener un buen dominio del habla primeramente es necesario: tener un   excelente dominio de la palabra y para tener un excelente dominio de la palabra necesitas tener un muy enriquecido acervo cultural, y no solamente se es necesario eso si no también es necesario tener dominio de tu cuerpo y de tu voz a el momento de transmitir por motivo del populismo es necesario decir que el perfil de un abogado es aquella persona definida, decidida con sentido de pertenencia  y justicia, amplio pero independiente de pensamiento, social , con concepto de moral, con capacidad de análisis y percepción sensible , fluido al expresarse y cordialidad. 
El mejor abogado no es el que tiene el mejor acerbo jurídico, la mejor retórica, el mejor léxico, o incluso el que tiene el mejor lenguaje corporal. El mejor licenciado en derecho es el que puede utilizar  todas y cada una de estas artes en todas sus actuaciones y solo así será posible decir que tiene dominio de la palabra y que la utiliza como utensilio.

Hablando de los utensilios que puede tener el abogado a su alcance para una mejor comunicación y uso de la palabra, veremos que como un utensilio importante encontramos la retórica y la argumentación.

¿QUÉ ES LA RETÓRICA Y LA ARGUMENTACIÓN?


La retórica jurídica es una técnica de argumentación y un modo de construir la verdad. La retórica jurídica que se propone en el artículo concibe al lenguaje como un proceso de construcción en el que la competencia lingüística, entendida como la capacidad de actuar lingüísticamente del sujeto, constituye el eje fundamental de las prácticas discursivas jurídicas. Proponemos que el discurso del lenguaje legal es una construcción en permanente desarrollo, oponiéndonos a la idea del lenguaje como algo dado.

La argumentación se denomina argumentación a la exposición de razones que justifican algo, por ejemplo una idea, un hecho, una conducta, etcétera. La argumentación para ser válida y creíble debe realizarse en base a pruebas y razonamientos fundados.

La labor del abogado, ayer y hoy, consiste esencialmente en fungir como interlocutor.

Los abogados son quienes dominan el arte de la palabra para ejercitar su profesión.

La actividad intelectual del abogado fluye por medio de la palabra y del razonamiento por ella articulado, porque el derecho es en función de la lengua que no se limita a expresarlo por estar alejado de ella. La ley surge con o como lenguaje.
No es raro que la palabra pueda tener más fuerza que la cadena argumental de un discurso, o sea la clave del argumento, el caudal lingüístico del abogado no se nutre de concavidades ni de exuberante indiscriminadas, sino más bien de piezas debidamente ensambladas.

El abogado debe describir, ordenar, distinguir y razonar por medio de las palabras.
La enseñanza retorica fue parte de los estudios jurídicos por muchos años; sin embargo, particularmente la retórica fue y a un es rechazada por la crítica o por el silencio, que ya no tiene un rango de disciplina, ni se le otorga la categoría de arte, aunque detenta una larga tradición, tiene adeptos y nunca fue eliminada cierta dosis de retoricismo. La retórica ensenó como razonar, como decir, y como persuadir.

La retórica ha estado muy vinculada con la gramática, literatura, lógica, dialéctica y jurisprudencia, e incluso se le ha considerado como parte de algunas de ellas. Está ligada con la persuasión, lo que un abogado se es experto cuando se conoce

La retórica está más vigente que nunca.

Con esta definición logramos concluir que la palabra es el arma de defensa y de ataque para el abogado, es su forma de decir "No dejaré que esto pase".

La palabra es para el abogado lo que son las pinturas para el pintor, lo que es la madera para el carpintero, lo que es la pala para el albañil.


INTEGRANTES:
Osuna Velazquez Ana Lilia
Zamudio Acosta Pedro
Dueñas King Kasiel
Ramirez Zepeda Sandra 

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