jueves, 20 de abril de 2017

La palabra en el Derecho


Las palabras son una sucesión de Signos o Caracteres que son definidos como un Alfabeto determinado, y la combinación de distintas palabras con su correspondiente significado forman parte de un Lenguaje o Lengua en particular, por lo que para poder realizar esto mensajes necesitamos la formación educativa necesaria y básica, que se brinda a edades tempranas.
La palabra es de suma importancia para la abogacía ya que con ellas lograremos argumentar nuestro punto de vista y de ellas depende si ganamos o no un caso
La utilización de las Palabras en el ámbito del Derecho nos ayuda a poder comunicarnos de la mejor manera posible con otras personas que estén en nuestro ámbito como con otros abogados, con nuestros clientes o con el juez,  también nos permiten recibir mensajes por parte de ellos, es importante tener un gran conocimiento de nuestro lenguaje ya que no utilizaremos las mismas palabras para comunicarnos con todos, tendríamos que utilizar distintas palabras  para hablarle al juez y para hablarle a un cliente ya que este último no tiene tanto conocimiento de nuestro vocabulario profesional. Así mismo podemos comunicarnos expresamente por medio de cartas, oficios o levantar un acta con el uso de las Palabras.
Existen palabras adecuadas y así mismo distintas para cada ámbito o para cada profesión, por ejemplo, no utilizará las mismas palabras un abogado que un médico ya que ambos utilizan términos distintos para dirigirse a sus semejantes.
La palabra, estrictamente hablando, no tiene significado, sino aptitud de significación. Tal palabra puede recibir las veinte significaciones que el diccionario le asigna, pero también otras que no le asigna.
La palabra tiene un sentido aproximativo, como nuestro propio pensamiento.  El lenguaje es una construcción imperfecta, y muy insuficiente para nuestras propias necesidades; el material de la palabra es muy importante para poder llegar a expresar todos los aspectos del pensamiento, del sentimiento, de la imaginación. Sin detenerse nuestro vocabulario nos traiciona por defecto. Y también por exceso.
La palabra no significa más que de lo que el que la pronuncia y el que lo escucha  quieren.  En cada caso,  circunstancia o momento llega a obtener un significado distinto. Ya que la palabra como lo dijo Ortes, implica siempre una transposición, una metáfora.
De ahí que el diccionario, ni con toda su riqueza de léxico, no podrá ser más que un cementerio donde yacen las palabras muertas.
Belleza de la palabra, dicen los lingüistas que hablar es hacer frases, aunque sean de una palabra. La oración fue antes que la palabra “en el sentido de que las palabras eran oraciones”.
Hay quienes creen en la palabra bella, escribir pendiente solo de las palabras “bellas” es caer en narcisismo literario; es caer, y ahogarse, en las aguas en que el propio Narciso se contempla.
Lo que se cree que debe interesarle al lector, que es para quien se escribe a fin de cuentas, no es la voz más o menos bella por sí misma, sino la palabra propia.
Poetas, dramaturgos y oradores saben que la palabra es a veces algo más que  simple vehículo del pensamiento; que es objeto, no medio, protagonista del contexto, creador de  vivencias. O como lo hizo entender Ortega  “un poco de aire estremecido que, desde la madrugada confusa del Génesis, tiene poder de creación”.
Tan mágico es el poder de la palabra que, sin ella, parece como si  el hombre  fuera incapaz de comprender la creación del universo. Así en el Génesis, no se nos dice que  Dios, al pensar del mundo, le dieran vida, sino que, Dios, al crear, hablo: “y dijo Dios: hágase la luz. Y la luz fue hecha”. “solo la poesía según Keats. Puede decir sus sueños; solo con el hechizo de las palabras puede salvar la imaginación de la oscura cadena y el mundo encantamiento”.
Según afirma Marouzeau hay palabras Vacías de significado hasta el punto de que solo son instrumentos gramaticales. Un enunciado en el que predominan las palabras vacías produce una impresión de vulgaridad, de indigencia. 
Por el contrario, la abundancia de palabras llenas de significado, de “palabras de valor prestan a la frase una densidad considerada como una de los elementos del buen estilo”, ya que exige por parte del lector una verdadera tensión espiritual.
Albert Dauzat, acepta la denominación de “alfileres” a todo lo que una a una palabra, verbos, sustantivos y hasta adjetivos.
Son pocos los términos que tienen un sentido claro y un solo significado. Cuando más se estudia las sutiles diferencias y matices en el significado de las palabras, más se convencen uno de la peligrosa cualidad de los instrumentos de que nos valemos para razonar y comunicarnos con los demás.
Por numerosos que sean los términos únicos que podamos mencionar, es incomparablemente mayor el número de términos equívocos. Estos comprenden la mayor parte de los nombres y adjetivos que empleamos en los corrientes de la vida.


         Integrantes:
Gastelum Camargo Linda.
Rodríguez Ávila Karla L.
Talamante Valenzuela Rosalba.
Vazquez Ramos Samantha.
Grupo 126

Ortografía y Redacción 

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