La palabra como utensilio
Se ha
sabido a lo largo de los años que el ser humano por necesidad tiende a
comunicarse ya sea de manera oral o escrita. La palabra como utensilio se
refiere al significado que nosotros pretendemos darle a esa palabra en torno a
su contexto y naturaleza. La palabra en si es una herramienta indispensable de
la cual sin su existencia no habría manera de darle algún sentido, drama o
profundidad filosófica a la palabra.
La
palabra en su sentido científico no tiene profundidad, ni siquiera un sentido o
conexión, en cambio la palabra en su sentido filosófico tiene interacción
conexión con lo que se pretende dar a entender, por eso es importante adecuar
la palabra y utilizarla en circunstancias concretas. El uso de la palabra es de
suma importancia en la abogacía, es por ello que a continuación hablaremos de
la importancia que tiene la misma, en relación con la argumentación y la
retórica jurídica.
La
argumentación tiene una gran importancia en la vida de cualquier persona,
especialmente en la de los abogados, la argumentación es recurso
imprescindible. Cuando argumentamos, lo que hacemos en realidad estamos
comunicando a los demás las razonas por las cuales creemos que un hecho es
verdadero, falso, como, cuando y hasta el porqué. La argumentación es un proceso cuyo objetivo es persuadir al
receptor. Una buena argumentación se basa en razones, razones válidas y
legítimas, para demostrar que lo que decimos es correcto, para lograr convencer
a las demás personas sobre cierto punto, o para que actúen como queremos que lo
hagan.
Para los
estudiosos del derecho la capacidad argumentativa es necesaria y quizá la
cualidad más importante para distinguir entre los buenos abogados y los no tan
buenos, sin embargo, saber argumentar bien requiere horas de estudio,
investigación y elaboración de borradores en la mente antes de hablar. Si bien
es cierto, la argumentación tiene un lazo muy grande con la retórica que es la
ciencia de poder argumentar, relacionada a la vez con la oratoria que es en sí
el arte de hablar con elocuencia y persuadir, por lo tanto para que un abogado
base sus resoluciones, las cuales deben estar debidamente fundamentadas y motivadas,
pero lo más importante, expresadas de manera correcta a la audiencia y al juez.
La retórica jurídica es una técnica
de argumentación y un modo de construir la verdad. La retórica piensa al
lenguaje como un proceso de construcción en el que la competencia lingüística,
constituye el elemento fundamental de las prácticas discursivas jurídicas. Se
podría decir que la retórica es el arte de convencer al juez jurídicamente
hablando.
Con
todo lo ya expuesto podemos llegar a la
conclusión de que la fuerza de un argumento se construye desde dos posiciones:
el argumento es fuerte porque el discurso es eficaz para un auditorio
determinado (esa eficacia se mide por medio de la mayor o menor adhesión del
auditorio a las ideas propuestas por el orador), y también el argumento es
fuerte porque es válido.
La
validez del argumento radica en su mayor o menor proximidad (coherencia) con el
corpus jurídico vigente. La eficacia del argumento es discursiva, mientras que
la validez del argumento es jurídica. En última instancia, el auditorio es una
comunidad discursiva (comparte un léxico que nombra y valora al mundo de una
manera determinada) que acepta y legitima todo argumento que se construya desde
el léxico de esa comunidad discursiva.
El
argumento debe existir o debe tener posibilidad de existir, tener un control de
imposibilidad física y jurídica, además debe estar justificado, hay que
motivarlo. El argumento aceptado (verdad formal) no debe estar en contra de la
verdad real. Entonces llegaremos al punto de que a fenómenos semejantes, la
misma consecuencia.
El
argumento utilizado no debe contradecirse. Todo aquello que es no puede no ser,
los argumentos deben ser pertinentes, ya que la explicación más simple es la
más probable.
La
argumentación debe atender a las máximas de la experiencia, que implícita el
sentido común (importan a menudo valores culturales).
HITO
MARTINEZ
HITO
MARTINEZ
MARQUEZ
HERRERA
NUÑEZ
ORNELAS
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